Allí encontré cuerpos de arboles quebrados, troncos carcomidos, petrificados, curtidos por el sol, batidos por el mar, erguidos desafiantes, altivos o yacientes en lechos de arenas de todos los colores, de blancas playas remotas, o rojizas dunas, en lagos secos de sal o lechos de ríos con nombres cautivadores. Deriva de mares colericos y tormentas torrenciales, despojos del hacha asesina y homicida con el que el hombre cercena su alma de simio y pierde sus raices.